sábado, 27 de agosto de 2011

Morir es un sueño cíclico

Premonición de un mal sueño
Figuras brillantes de colores en su campo visual vacío, un mar de sábanas en calma y la cara mojada por la inconsciencia de la pequeña artista.

Una, dos, tres copas… Eugenio Blanco es un hombre de ley en disfraz de ciudadano común en un bar, un fin de semana. En una mano una botella, en la otra, la curva más prominente de una silueta femenina casi desconocida para él. “¿Quieres un trago, amor?” preguntó su acompañante mientras mordisqueaba muy sutil sus labios envejecidos por el oficio. En tiempos de soledad la compañía es buen negocio.

El policía en libertad se tragaba todo lo que ella le ofrecía: un trago, un beso, una falsa promesa de la mejor noche de su vida… Media hora después ya no parecía desgraciado, su conciencia fija en lo que tenía enfrente le trajo toda la ilusión de felicidad que había perdido con el matrimonio, y por la que nuestra chica recibiría su paga.


Sueños recurrentes: Continuación de una pesadilla
Ausencia de luz, un sentimiento vomitivo, la mano menuda se aferra a la cortina con flores de plástico y se escucha el sonido de un océano escapándose por la regadera. Miedo, vacío, dolor.


Cruzaron el bar hasta la puerta trasera, él pudo ver una decena de habitaciones en línea con olor a humo y más que a deseo, a necesidad.

Eugenio, padre de un pequeño párvulo y esposo de una ingenua sumisa y frustrada veinteañera, acariciaba frenético hace cuarenta minutos a una desconocida con las mismas manos con las que dos días atrás había golpeado a su mujer.
La besó, sintió su tacto mientras se dejaba despojar de su ropa normal sin escudos ni insignias, sin símbolo alguno que le permitiera hacer gala de su jerarquía. En un negocio limpio no es indispensable el uso del poder.

Posada en su boca, bajó a su garganta y siguió por el tórax hasta llegar al máximo punto de excitación. La luz de la ventana les iluminó la cara, él se dio la vuelta aún con las neuronas adormecidas por el efecto del alcohol, ella encendió un cigarro y se volvió para encontrarse con un ojo dibujado en la espalda de su cliente, el miedo como expresión máxima de una pesadilla real.

La obra terminada
Un espectáculo de colores pintado con fluidos corporales. El suelo está frío. Nuestra artista onírica le hace el amor al arte, el arte es una mujer.


La regadera lava los rastros de sangre, ella llora mientras limpia las manchas en la pared y resucita el recuerdo de una niñita escondiendo sus manos entre sus piernas, y la mirada de una pupila creada por un dios artista observándola mientras se aleja su agresor.

En la habitación hay un hombre muerto, un recuerdo pasado hecho presente, una ventana con vista al infierno, y tres ojos que no volverán a ver. Se abrocha el sujetador, se sube las medias y se ajusta el abrigo. Sale desapercibida a pesar del forzoso equilibrio de sus tacones y las lentejuelas que reproducen flashes al ritmo de su contoneo, y la culpa.

Una pequeña la espera, la dejó dormida en un mar de sábanas multicolores, el mismo mar en que se ahogó su inocencia. La ausencia de luz vive presente, el espacio en esa casa es un vacío asfixiante, innecesario. La escena fue revelada por la luz, su niña yace en el suelo empapada de viscosidad salada suya y de alguien más. Ella reconoce el significado del cuadro, como si se tratara de un crítico ante una obra impresionista. La toma en brazos y lloran juntas como si hubieran perdido en la misma noche la esperanza de un sueño normal.


3 comentarios:

  1. Siempre he dicho que lo que caracteriza a un buen escritor es la forma de recrear la escena, la fuerza emocional escrita como para podernos hacer sentir parte de el escrito, para hacer espectadores directos de una eyaculacion mental producto de una fuerte masturbacion. Felicidades y segui masturbando a tu cerebro (:

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  2. Gracias por tomar en cuenta mis sugerencias, Mo. Es un contexto muy digerible. La línea conductora tal vez en algún momento llega a desviarse, pero luego la retomás con el encabezado :D Me gustó.

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  3. Muy buen ejercicio con textos oníricos... los parrafitos que remiten al sueño le dan un buen toque al relato.

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