martes, 29 de junio de 2010

La red

Carlos cerró sesión mientras sonreía plácidamente, como tonto enamorado o persona con severos problemas mentales. Guardó su Laptop y se durmió casi al instante. Al otro lado de la ciudad, Natalia se preparaba para dormir después de platicar dos horas seguidas con su amigo por internet. Su enorme nariz, empapada por la crema humectante, sobresalía de su rostro redondo como melón. Y sus ojos verdes brillaban en la oscuridad como los de un sabueso entrenado para trabajos nocturnos.

Él sabía que conocerla en persona iba a ser muy difícil por la distancia, sin embargo, decía estar realmente enamorado esta vez. Ella observaba las fotografías de Carlos. Le gustaban en particular las pecas que tenía en la nariz, tan claras como su cabello castaño y su sonrisa degenerada, tan despreocupada como él.

Era como si hubieran nacido juntos y, sin embargo, jamás se hubieran conocido en verdad. Era amor o tal vez solo un juego. Lo único que sabían era que se tenían el uno al otro y que el mundo pasaba a ser virtual cada vez que estaban juntos.

Su amistad ficticia desapareció de repente. No volvió a transcurrir ni un solo minuto de las horas de pláticas sin sentido. Ella conoció a alguien, él demasiado tímido como para hablar con las chicas de su facultad, salía cada noche con sus amigos en busca de algo, o tal vez alguien.

Esa noche Carlos y sus amigos estaban de fiesta. Era el final de semestre y eso era digno de celebración. Llegaron a un bar lleno de luces, imágenes borrosas y humo por todas partes. El golpe de la música agitaba sus corazones desplazándolos fuera de ahí. Todos parecían volar.

Natalia dedicaba sus tres horas diarias al chat, necesitaba hablar con su novio. Carlos bailaba sin recordar nada. De pronto, una vibración en sus pantalones lo sacó de su trance. Natalia le había enviado un mensaje por el chat, al que estaba conectado desde su celular: “Te vi llegar, Carlos. ¿Por qué no me saludaste? ¿Eh? :( Te espero en la terraza. Al fin nos veremos”.

Carlos no pensaba, por el momento se limitaba a existir. A rastras, subió las escaleras del lugar repleto de gente, mientras se sostenía de lo que fuera. Cuando llegó a la azotea, sintió una brisa recorrer su cuello. Dio unos cuantos pasos más. Su celular vibró otra vez y leyó –con un poco de dificultad, esta vez- el mensaje de Natalia: “Estoy aquí. ¿No me ves? Acércate”. Él no veía más que imágenes difusas, plantas que se movían con la música y el cielo en su esplendor.

Después de unos minutos, pudo ver un par de luces verdes al otro lado de la pequeña palmera, a solo unos pasos de él. Y unos mechones negros y largos que esperaban impacientes. Carlos sonrió como retrasado por última vez, dio tres pasos más, y cayó estrepitosamente tres pisos abajo, enredado con las luces de los árboles y cables eléctricos. La fiesta se interrumpió y todo el mundo salió despavorido ante el ruido proveniente de afuera. Carlos yacía en el pavimento junto a su teléfono celular que destruido recibía un mensaje más que decía: “Lo siento, Carlos. Me equivoqué de contacto. Espero poder hablar contigo uno de estos días. Tengo tanto que contarte ;) tqm (L)”.

8 comentarios:

  1. Lo que mas me gusto de este cuento es q lo encontre entretenido desde el principio hasta el final asi q a esperar mas cuentos tuyos :D!!

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  2. juela qe tristee :| pero
    esta bn linda la historia, te llega al corazon :| asta escalofrios me dio :$ f. eriksito ! ♥

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  3. Hahaha la verdad a mi me parece una situación graciosa. Se nota que estaba enojada :D

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  4. Hola te felicito la historia te atrapa desde el principio y uno se muere por saber que va a ocurrir y en que va a terminar. Además, es algo que ahora como están las cosas y las amistades que hacemos por el chat, nos permite identificarnos, te felicito está bien bonita y creativa.

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  5. Me encanta nena! te kedo lindo simplemente lo amo! amo esta web :D tekitam

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  6. Gracias, Paw este va con dedicación. luego t cuento XD

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